No podía faltar. Hasta ahora hemos visto ejemplos en el cine de representación de la gastronomía mejicana, china y griega. Ya estábamos tardando en incluir la restauración italiana. Para ello «Big Night: Una gran noche» (1996) es un visionado ineludible e indispensable.
Posiblemente no hay ninguna tradición culinaria más exportada, difundida y reconocida a nivel mundial. Su popularización ha sido tal que cada país ha adaptado las recetas al gusto local. Veremos cómo se asienta la gastronomía italiana y los retos a los que se enfrenta para conservar su identidad. Es una cocina con una materia prima marcada por su origen mediterráneo. Pierde parte de su esencia al contacto con paladares de otras latitudes. Es interesante ver cómo se estandarizan algunos platos perdiendo elementos propios. Todos identificamos la gastronomía italiana con los platos de pasta y pizza. Esto resulta una vulgarización y reducción casi ridícula y estereotipada totalmente contraria a su riqueza culinaria.
El fenómeno de la inmigración italiana durante los siglos XIX y XX tuvo como destinos preferentes Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá, Australia y otros países europeos limítrofes con su frontera norte. Este proceso histórico fue clave en la expansión de su cocina. Estos flujos de población dejaron gran impronta en los países de destinos formándose barrios italianos en múltiples ciudades. Estamos hablando de las conocidas «Little Italy» que vemos tan representadas en la historia del cine. La gastronomía formó parte indiscutible de las señas de identidad de estas comunidades.
«Big Night: Una gran noche» nos cuenta la historia de dos hermanos que durante los años 50 emigran a los Estados Unidos. Primo y Secondo emigran por necesidad ante la falta de oportunidades en su país. Apuestan por destinar todos sus ahorros para abrir un restaurante de cocina italiana. El argumento de la película gira en torno a este restaurante, llamado «Paradise», y a las dificultades para mantenerlo abierto.
Se nos presentan dos personalidades completamente antagónicas. Primo es un excelente cocinero que emigra, más bien arrastrado por el ímpetu de su hermano, que por decisión propia. Su razón de ser es la cocina. El plato perfecto es aquel heredero de la tradición en el que se mezclan los mejores ingredientes y el punto exacto de preparación. En esto Primo se puede considerar un maestro entre los cocineros. La exquisitez de sus platos es notoria.
Sin embargo, se tiene que enfrentar a una realidad que atenta contra los principios de su cocina. Ya no está en Italia. Si quieren sobrevivir deben también adaptar las recetas a lo que los clientes demandan. Esto es casi un sacrilegio para Primo puesto que «comer bien nos acerca a Dios». No puede actuar con el pragmatismo de su hermano y modificar los cimientos en los que se sustenta su cocina. Los conflictos con Secondo están enraizados en las diferencias a la hora de llevar el restaurante, pero también en aspiraciones vitales completamente distintas. Los roles que cada uno asume en la empresa familiar y la carga que para ellos supone aceptar ese rol, minan su relación fraternal y la ponen en peligro.
Las ambiciones de Secondo pasan por integrarse en la sociedad de acogida. EE. UU. representa la tierra prometida, el lugar en el que cumplir sus sueños. Prosperar, ascender en la escala social requieren trabajo duro y sacrificio. Secondo está dispuesto a aceptar los cambios que eso pudiera acarrear. Las discusiones con su hermano por alterar las recetas o adecuar el restaurante a lo que pide la clientela se convierten al final en algo decisorio. Se traducen en un obstáculo para su éxito profesional. Desea acceder a los bienes de consumo que el capitalismo, propio del American Way of Life, le ofrece de manera tentadora. Seguimos a Secondo en su fantasía de comprarse un coche, no uno cualquiera, sino uno que simbolice ese ascenso social. Para ello nada más y nada menos que poder conducir un cadillac, auténtico icono de la cultura estadounidense.
La historia transcurre en gran parte dentro del restaurante. Pocos platos de pasta veremos en ella, lo cual es de agradecer. Parece que Hollywood, con sus películas sobre la mafia, solo fuera capaz de ofrecernos el mismo y repetido cliché culinario. Los mafiosos se reúnen en torno a la mesa de un restaurante italiano y el espectador divisa un gigantesco plato de pasta con salsa de tomate. Prácticamente a eso se reduce lo que el imaginario colectivo considera como cocina italiana.
Por suerte aquí disfrutaremos de platos de sopas, pescados, carnes, y cómo no, los sabrosos «antipasti». Como gran creación sobresale con una fuerza visual apabullante el timpano. Presentada en el filme como una secreta receta familiar encierra en su interior toda clase de delicias. Es la escena más recordada de la película y es acertado decir que gracias a ella hemos podido conocer este apetitoso manjar. Ya podéis encontrar en internet más información sobre cómo prepararlo. ¡Nosotros no nos atrevemos aún!
En la película se reflejan temas vitales como la emigración, las dificultades de integración, la pérdida de identidad, las relaciones familiares . Primo no renuncia a sus recetas porque realmente no ha abandonado Italia. Su cocina es Italia. Secondo no quiere regresar bajo ningún concepto. No vuelve la vista atrás ni un sólo instante, ni siquiera para recordar.
Como curiosidad comentaremos que «Big Night: Una gran noche» está dirigida por dos actores lo cual no es nada habitual. Se trata de Stanley Tucci, de ascendencia italiana, y Campbell Scott. Ambos se conocen desde que empezaron a estudiar interpretación. Tucci además es autor del guión junto a su primo Joseph Tropiano. Como actor se reserva uno de los papeles protagonistas. Scott participa en ella con un personaje secundario. Fue un éxito de crítica y estuvo nominada a numerosos premios internacionales. Obtuvo los premios al mejor guión en el Festival de Sundance y en el Independent Spirit Awards, entre otros.
Sin duda es un relato que bebe en las raíces de las propias experiencias de la familia Tucci y sus antepasados. Lo más entrañable es que debido al éxito cosechado, la propia madre del actor, Joan Tropiano Tucci, escribió el libro de recetas «Cucina & Famiglia: Two italian families share their stories, recipes and traditions». Su hijo Stanley también cogió el recetario familiar y publicó «The Tucci cookbook» y «The Tucci Table: Cooking with family and friends». Debe ser toda una experiencia deliciosa ser invitado a comer en casa de los Tucci. 😉