Mes: marzo 2017

Relato a la canela

caja de madera con canela en rama

Vera terminó de cocinar. El pato le había quedado suntuoso, espectacular, estaba satisfecha, todo perfecto, como le gustaba que salieran las cosas. Listo para cuando llegara Amanda. ¡Sorpresa! había terminado antes el reparto y decidió celebrarlo cocinando algo especial. Sobre la encimera quedó una rama de canela, la última que no quiso añadir al plato.

Toda la cocina estaba impregnada de ese aroma, le abría el apetito. Cerraba los ojos e inspiraba, quería aprisionar ese olor, atraparlo en su interior para volver a él una y otra vez. Esa calidez le provocaba nostalgia. Qué podía hacer, no veía otra alternativa que seguir cocinando canela. Era la última rama. La cogió, se la llevó  al labio inferior, exploró su sabor con la punta de la lengua. Miró la cajonera, extrajo una gran olla, la llenó de agua y la dejó caer. Lentamente el agua fue cambiando de color. Se asomaba por encima de la olla vaporizando toda su piel. Quería más, un poquito más.

Dejó que el agua se templara un poco. Extrajo la rama de canela, mojada pero casi intacta, algo agrietada quizás,  la sujetó entre sus dientes. Cogió la olla y se fue al baño, junto al dormitorio. Dejó la canela cerca, donde pudiera verla, aflojó el pantalón que llevaba puesto, lo dejó caer poco a poco, y luego las bragas. Se agachó y sumergió su sexo en el agua aún tibia, entornó los ojos buscando ese lugar que apenas podía ver.

Mojó su dedo índice en el líquido y lo lamió. Se fue incorporando poco a poco sintiendo gotas y gotas de agua de canela deslizándose entre sus piernas. Alcanzó una pequeña toalla y acarició su piel secando con ella su creciente humedad . Se deshizo de los pantalones y las bragas, cogió la rama de canela en su mano y  en tres pequeños saltos llegó a la puerta del dormitorio. Estaba entornada. Con un movimiento de su cadera la abrió y en otros tres pequeños saltos se tumbó sobre la cama, de espaldas, con las rodillas flexionadas, las piernas levemente abiertas.

Fue a probar el sabor de su piel, su piel entre las piernas. Dos dedos de su mano, lo más ágiles, bajaron directamente, despacito recorrieron los labios mayores, su tímido clítoris asomó su cabeza con curiosidad infantil. Amanda sintió que se inflamaba, pero antes tenía que olerse. Rápidamente llevó sus dedos a la nariz y el aroma a canela la embriagó de nuevo. Más canela, quiero más, pensó.

Escuchó la llave de la cerradura girando, la puerta de la casa abriéndose.  Amanda había vuelto, así que el almuerzo tendría que esperar.

─Estoy en el dormitorio.

Amanda entró y Vera torneó su cuerpo en dirección a la puerta de la habitación.

─He cocinado con tu especia favorita.

Le señaló la rama de canela que ahora ya no sujetaba con su mano, sino entre sus labios mayores, sobre su  ya abultado clítoris. Vera, pícara,  le guiño un ojo y ladeó el cuello, invitando a Amanda a entrar en la cama. Amanda dejó caer el bolso, las llaves, se levantó el vestido y lo lanzó en un solo gesto. Cogió la canela de entre las piernas de Vera y repasó con su lengua toda la rama sin dejar de mirarla y sin ocultar su creciente deseo. Luego, se sumergió en el camino aromatizado que la canela había marcado en la piel de su amante. El pato comenzó a enfriarse en la cocina.

Detalle de guarnición de patata

Magret de pato a la canela con licor de almendras.

Nos estrenamos con una receta carnívora y dulce al mismo tiempo. No es una receta para hacer todos los días. El magret de pato es un producto algo costoso, que suele acompañarnos en momentos especiales, de celebración, incluso tiene cierto punto navideño. Está claro que para la Navidad ya llegamos o muy  tarde, o muy temprano. Es un plato sabroso y con un dulzor que podremos graduar según el gusto de los comensales.

Todas las cantidades  irán referidas siempre para dos personas, así si añadís más invitados sólo tenéis que multiplicar los ingredientes y listo.

Ingredientes:

Para el pato:

-1 cebolla roja grande o dos pequeñas picadas.

-1 magret de pato.

-6 albaricoques deshidratados.

-1 rama de canela.

-1 chorreón de licor de almendras dulces.

-2 ó 3 clavos.

-Sal.

-Pimienta.

-Aceite de oliva extra virgen.

Recipiente con canela, albaricoques y clavos

Para la guarnición:

-2 patatas medianitas.

-Cilantro muy picado.

Recipiente con cilantro

Elaboración:

Cortamos y picamos la cebolla  y la rehogamos en una sartén con un poquito de aceite de oliva extra virgen. Le añadimos la rama de canela y los clavos para que vayan soltando todo su aroma. Mientras se va haciendo, ponemos las patatas a cocer en agua hirviendo sin pelar y con una pizca de sal. Abrimos los albaricoques por la mitad y los agregamos también a la sartén . Cuando veamos que la cebolla está empezando a «transparentar» le echamos el chorreón de licor de almendras dulces para que todo el conjunto se termine de cocinar en el licor.

Cebolla, albaricoques y canela rehogadas

El magret de pato  hay que tenerlo a temperatura ambiente, con una hora que esté fuera del frigorífico nos vale. Una pieza es suficiente para dos personas. Por el lado de la piel (grasa) marcamos líneas longitudinales y transversales, de tal modo que parezca decorado con formas romboidales. Hay que tener cuidado de marcar sólo la piel sin llegar a la carne. Salpimentamos a nuestro gusto y colocamos en otra sartén, a fuego medio-alto con la piel hacia abajo, en contacto con la superficie caliente. No es necesario añadirle aceite ni nada.

Magret salpimentado

Lo mantenemos así aproximadamente 12 minutos. Empezará a soltar bastante grasa, así que podemos recogerla con una cuchara y depositar parte  en alguna salsera o recipiente similar. No es conveniente retirársela toda, ya que así nos aseguramos de que quede jugoso.  Podemos levantar un poco la carne para ver cómo está quedando la parte de la piel, si vemos que está quedando tostadita y crujiente es el momento de darle la vuelta. Le damos la vuelta y esperamos 3 0 4 minutos.  

Mientras, aprovechamos para pelar y cortar en bastones las patatas que ya estarán listas (15-20 min) Es recomendable hacer esta operación en frío, para que no se nos rompan y nos nos quememos.

Estamos llegando casi al final de nuestra receta. Cuando vemos que el magret de pato  está listo, le volvemos a dar la vuelta con la piel en contacto con la sartén y  lo retiramos del fuego dejándolo reposar tapado un par de minutos . Este «reposar» tendrá un añadido especial. Toda la cebolla rehogada y aromatizada se la añadiremos por encima para que el remanente de calor una todos los sabores del plato.

Magret al punto

Cogemos el magret y cortamos en minifiletitos, emplatamos junto con  la cebolla y albaricoques y acompañamos con los bastones de patata. Espolvoreamos cilantro picadito por encima de las patatas y ¡a disfrutar!

Magret a la canela emplatado

Detalle de guarnición de patata

Magrete de pato y guarnición

Consejitos:

  • Respecto a las patatas, el tiempo de cocción dependerá del tamaño de las mismas  y de la fuerza de vuestro fuego, vitro o inducción, lo que tengáis en casa. Si no estáis seguros siempre podéis pincharlas con un tenedor o similar y averiguar si ya están listas. Los tiempos que recomendamos en la receta son aproximados por el mismo motivo.

 

  • No hemos mencionado nada respecto al licor de almendras dulces ni a ese vago concepto de chorreón 😉 Resulta que licores hay de diversas marcas y tenemos una favorita, pero para no hacer publicidad diremos que es de una renombrada marca italiana. Lo del chorreón va en función de si os gusta ser generosos cuando cocináis con vino o licores o simplemente sólo queréis una presencia sutil. Aquí somos de chorreón, chorreón y que nos quiten «lo bailao». Esto hará que nuestro magret de pato sea más dulzón por los azúcares del alcohol.

 

  • ¿Qué pasa con la grasa? Esa maravillosa grasa que nos ha sobrado y que no lo neguemos, está sabrosa, y también es necesaria para hacer funcionar nuestro organismo. En el plato que hemos presentado, la patata va sin ningún añadido, simplemente cocida,  puesto que el pato es una carne sabrosa y le hemos incluido unos ingredientes que intensifican su sabor endulzándolo bastante. Así que para equilibrar la fuerza de los sabores la hemos dejado así sin más, con la «chispa» del cilantro. Sin embargo, para los que tengáis papilas gustativas que no se saturen tan fácilmente, coged los bastones de patatas y pasarlos por la sartén, rociadlos con la grasa sobrante y «morid de gusto».

Como veis es una receta sencilla en la que no emplearéis más de 30-35 minutos. Seguro que la repetiréis de manera exitosa con variantes e innovaciones de vuestra propia cosecha.

No podemos despedirnos de este post sin contaros que a nuestro juguetón Eros también le gustó la receta. Os ha dejado un para relato para amenizaros mientras cocináis.