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Un toque de canela: Prueba este exquisito plato de la cinematografía griega.

Un toque de canela,  título así traducido en España, es una de esas películas donde lo gastronómico se hace protagonista prácticamente en cada momento del metraje.  Su título original es “Politiki Kouzina”, algo así como “la cocina de la ciudad”, entendiendo la ciudad como la ciudad de Constantinopla, más conocida actualmente como Estambul. Claramente no hace referencia sólo al aspecto culinario, sino a otras cuestiones que se van “cocinando” mientras  que vemos pasar la vida del protagonista. Su título es  también traducido como  “La sal de la vida” o  “A touch of spice” en el mercado anglosajón.

Póster de la película un toque de canela
Un toque de canela

La historia que se nos cuenta es la de Fanis, un astrónomo de cierto prestigio y posición que vive en Grecia pero cuyo origen y raíces están en Constantinopla.  Por medio de una serie de flashbacks vamos viendo su propia historia y la de su familia. Estos flashbacks aparecen divididos en distintos capítulos denominados  “Aperitivos” “Primer plato” y “Postres”. Cada uno de ellos refleja una etapa de la vida de Fanis, la infancia, la adolescencia y la vida adulta, lo que se conoce en el mundo de las artes como la representación de las tres edades del hombre. A partir de aquí lo que os siga contando puede contener spoiler, aunque no revelo más que líneas generales del argumento.

La infancia del Fanis niño está marcada por la vida en Constantinopla y especialmente por su relación con su abuelo Vassilis, propietario de una tienda de especias. Allí, y bajo su magisterio, Fanis aprenderá a entender el mundo que le rodea  con bellas alegorías culinarias, casi pequeños cuentos donde los sabores y aromas sirven para traducir el mundo de los adultos a nuestro protagonista. Entre las paredes de la tienda también conocerá a su primer amor, Saime,  y este vínculo que se establece entre su abuelo, “la cocina de la ciudad” y  Saime le acompañará durante toda su vida.

Esta vida transcurre gratamente en familia, siendo testigo de las reuniones familiares, auténticos festines en los que podemos ver la elaboración de recetas y la importancia  del saber culinario en las relaciones familiares. Se refleja muy bien la estructura tradicional de la familia donde las mujeres tienen un rol muy establecido de cuidado del hogar. Tanto es así que deben conocer los secretos de la cocina para poder ser buenas candidatas casaderas.

Del mismo modo que Fanis observa curioso y aprende de todos esos secretos al calor de los fogones, también participa de los momentos en los que los hombres de la familia conversan de cuestiones sociales y políticas.

Escena de la familia reunida en la cocina
Aprendiendo los secretos de la cocina familiar.

Una de las temáticas de fondo que podemos ver es la historia de los griegos afincados en Turquía y la continuada escalada de tensión entre el gobierno turco y el griego. La población griega en suelo turco fue reduciéndose a lo largo del siglo XX con expulsiones y presiones de tipo económico.

Constantinopla fue el último reducto consentido de presencia griega en el país hasta que finalmente todos fueron deportados. Este es precisamente el acontecimiento que marca la vida de toda la familia puesto que Fanis se ve obligado a separarse de su abuelo y de su mejor amiga (ambos turcos).

Todas las familias griegas deben abandonar la ciudad y la mayoría se traslada a la Grecia continental. Allí inician otra vida en la que el desarraigo se hace evidente, no son recibidos como griegos con igualdad de trato sino que pesa sobre ellos su procedencia turca, que les hace sospechosos de no ser lo suficientemente griegos. Constantemente se les recuerda que deben adaptarse a las costumbres, a la gastronomía, incluso a la lengua oficial del país, puesto que ellos expresan su propia variante en el habla.

En esta realidad impuesta, nuestro protagonista  no se adapta a una nueva identidad que es incapaz de asumir. La separación forzada de sus  más arraigados afectos, su abuelo y Saime, le mantienen en una profunda introspección y tristeza. Se aferra a las enseñanzas culinarias y vitales de su abuelo y añora la compañía de su pequeño amor, compañera y cómplice imaginaria de sus propias recetas que cocina una y otra vez.

El tío Vassilis despachando en la tienda familiar
El tío Vassilis

Y así lo vemos crecer a él y al resto de la familia lidiando con la nostalgia del hogar perdido, extrañando la belleza sin igual de la ciudad de todas la ciudades: Constantinopla.

Un toque de canela recuerda en su tono y estructura  a Cinema Paradiso en la cual  el protagonista, de mediana edad, también rememora los momentos que marcaron su infancia y por lo tanto, también su vida de adulto.  Se establece del mismo modo esa relación pupilo-mentor, aunque en el caso de la película italiana no existiera parentesco entre los personajes.

En cierto modo está dentro de ese cine de corte amable, familiar, en el que a menudo a raíz de un hecho dramático se narra de forma entrañable los hechos más importantes de la vida del protagonista. Todo ello aderezado, y nunca mejor dicho en este caso,  con la dosis adecuada de humor, llamémosle costumbrista, aquel que surge de la cotidianidad, en el que todos somos capaces de reconocernos.

En este tipo de argumento se corre el riesgo de caer en la sensiblería, manipulando las emociones del espectador de tal modo que a poco que tengamos un mínimo de sentido crítico nos podemos sentir  estafados. En Un toque de canela podría decirse que hay un equilibrio medido para que esto no pase. Las interpretaciones son convincentes,  introduciéndose personajes pintorescos como el de la tía, con su parkinson de viene y va o el  tío, capitán de barco.

El trabajo con la fotografía  nos sitúa también en las distintas etapas de la vida de Fanis y los colores y texturas cambian desde Constantinopla hasta Grecia, al igual que los platos que van cocinando. Destacadísima también la música, de la compositora Evanthia Reboutsika , que subraya de manera elegante y sensible los momentos más importantes del film.

Podríamos ver a la ciudad de Constantinopla como un personaje más de la película, que siempre está presente en múltiples referencias, a través de las conversaciones de los protagonistas, su cocina autóctona y mestiza, sus panorámicas, y ante todo el dolor patente por su pérdida irreparable, la nostalgia de una vida soñada, truncada y arrebatada que pudo ser pero que injustamente se quedó en un sueño imposible.

En resumen podemos decir que acaba siendo una reflexión vital y personalísima del protagonista, de lo que pudo ser y no fue, en la que cada espectador puede reconocer su propias pérdidas y renuncias, revisitar su infancia y añorar su propia “Politiki Kouzina

Para terminar con un dato curioso haremos referencia precisamente a la traducción del título en España “Un toque de canela”. Es así debido al protagonismo de una  de las recetas que vemos y que se repite en el film. Se trata de albóndigas de carne. Uno de los secretos culinarios desvelados durante el metraje es aquel que asegura que debe añadirse un poco de canela a la masa de las albóndigas porque “la canela hace que la gente se mire a los ojos”. Es realmente muy interesante comprobar que aunque ese gesto pueda parecer una excentricidad, lo cierto es que descubrimos que no es exclusivo de la cocina griega o turca.

fotograma de albóndigas con canela
Delicias de albóndigas

En el libro “Manual clásico de cocina. El recetario de 1950 con la cocina de siempre”, de Ana María Herrera vemos exactamente la misma recomendación. En la única receta de albóndigas y entre sus ingredientes ahí está la canela. Es muy curioso porque este libro tiene su primera edición en España en 1950 y  refleja una tradición culinaria que hoy casi 70 años después quizás hayamos perdido un poco. Estamos viendo una receta a varios miles de kilómetros que es exactamente igual que la nuestra. Entonces, viene esta espléndida película para recordarnos que compartimos una herencia gastronómica común que quizás estemos olvidando y que hay que ir redescubriendo porque, efectivamente, “la canela hace que la gente se mire a los ojos”

Portada del libro Manual Clásico de Cocina

Para disfrutar de todos los matices de la película os recomiendo la versión original  Politiki Kouzina  (Un toque de canela)